LA INSPIRACIÓN

¡Paz y Bien!

¡Te saludamos, peregrino, con Paz y Bien! Y te invitamos a vivir la experiencia de la peregrinación por los caminos inspirados en São Francisco de Assis y la vida franciscana por los paisajes del Valle de Mucuri.

Nuestro deseo es que puedas sentir el espíritu de las bienaventuranzas a lo largo del camino y que te inspiren estas dos sencillas palabras: ¡Paz y bien! Que encuentres un dinamismo y una provocación: que el Dios que llevas en tu ser sea reconocido en los demás y en el mundo, y que, por Él, puedas vivir la caridad -el Bien- entre nosotros.

“(...) La caridad genera paz. La caridad está en la paz como el espíritu de vida está en el cuerpo. Sólo la caridad mantiene firmemente unidos en la paz a los hijos de la Iglesia; faltando la caridad, esta paz se disuelve. La caridad vivifica a los miembros de Cristo, los une y los hace armoniosos en un solo cuerpo. Es como un cable, en cuya parte superior se ha aplicado un gancho que une a la divinidad con la humanidad, la cuerda que el Señor colocó en la tierra y con la que elevó al hombre al cielo”.

Mestre Rufino – texto extraído del sitio web www.franciscanos.org

Dios Supremo Bien

Dios, Bien Supremo, llamó a todos a participar de su Ser, no en el sentido de “la suma de todos los bienes divinos”, sino Dios, como “el único bien”. Por tanto, la actitud típica de San Francisco es el éxtasis de adoración y la decisión de estar siempre al servicio de este Dios; un servicio nacido de la alegría de la gratitud. Es la actitud que proyecta la plenitud de uno mismo en Dios, que lleva a la renuncia a todo, incluso a la posesión de Dios. Francisco descubre en este “vacío”, la presencia de Dios, sólo como “don”.

Y éste es precisamente el sentido de la respuesta humana, el de la conversión al Bien, al “Sumo Bien”: aceptar a Dios como centro absoluto de la propia existencia, e insertarse en su proyecto haciéndose su colaborador. De esta experiencia nace la “dulzura” que llena la vida de Francisco, su necesidad de entregarlo todo a Dios (pobreza), de darle gracias y alabarlo sin cesar. De esta experiencia nace también la confianza para arriesgarlo todo, sabiendo que Dios no los dejará desamparados.

La paz interior como base de la paz exterior

“Cuanta paz proclaméis con vuestra boca, más debéis tenerla en vuestros corazones. Que nadie sea provocado por ti a la ira o al escándalo, sino que todos por tu mansedumbre sean llevados a la paz, la bondad y la armonía. Porque eso es lo que estamos llamados a hacer: sanar a los heridos, revivir a los abatidos y traer de vuelta a los que están en el error”.

(San Francisco de Asís - Leyenda de los Tres Compañeros)

La bendición de San Francisco de Asís

El Señor os bendiga y os guarde, os muestre su rostro y tenga misericordia de vosotros, vuelva hacia vosotros su mirada y os conceda la paz.

La canción de las criaturas

San Francisco quería ver al mundo entero en un estado de exaltación y alabanza a Dios. En el otoño de 1225, casi ciego y solo en una choza, dejó a la humanidad este canto de amor al Padre de toda la creación.

Altísimo, Todopoderoso, Buen Señor, Tuya es la alabanza, la gloria, el honor, Y toda bendición. Sólo a ti, Altísimo, se deben, Y nadie es digno de mencionarte.


Alabado seas Tú, mi Señor, Con todas tus criaturas, Especialmente el Señor Hermano Sol, Que alegra el día Y con su luz nos alumbra.

Y él es hermoso y radiante Con gran esplendor: De ti el Altísimo es la imagen.


Alabado seas, mi Señor, por la hermana Luna y las estrellas, que en el cielo formaste claras y preciosas y hermosas.


Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento, por el aire, o nublado, o sereno, y todo el tiempo, por el cual das el sustento a tus criaturas.


Alabado seas, mi Señor, por la hermana Agua, que es muy útil y humilde, y preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor, por el Hermano Fuego, por quien alumbras la noche, y es hermoso y jucundo, y vigoroso y fuerte.


Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana Madre Tierra, que nos sustenta y gobierna, y produce frutos diversos y coloridas flores y hierbas.


Alabado seas, mi Señor, por los que perdonan por tu amor, y soportan enfermedades y tribulaciones.

Bienaventurados los que guardan la paz, Que por ti, Altísimo, serán coronados.


Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana la Muerte corporal, de la cual ningún hombre puede escapar.

¡Ay de los que mueren en pecado mortal!¡Dichosos los que encuentra según tu santísima voluntad, que la segunda muerte no les hará daño!

Alabad y bendecid a mi Señor, dadle gracias y servidle con mucha humildad.

Textos inspirados o extraídos del sitio web www.franciscanos.org

Share by:
...