Sobre la ciudad

Un municipio con una religiosidad notable, hermosos paisajes y una gente muy acogedora.

La ciudad franciscana de Itambacuri surgió de un pueblo de catequesis de los indios, que en el siglo XIX habitaban esta parte del nordeste de Minas. El Gobierno Imperial de la época buscó liberar territorios para una futura colonización y, por ello, terminó aprovechándose de la mano de obra de los nativos del lugar. Fray Serafim de Gorizia y Fray Ângelo de Sassoferrato fueron los primeros sacerdotes en llegar a estas nuevas tierras, cumpliendo el propósito del Imperio. Fruto de este empeño es que, hasta el día de hoy, el municipio conserva las huellas de la fe y la religiosidad que marcaron el inicio de su asentamiento, destino propicio para las peregrinaciones de grupos de religiosos de todo el país, especialmente en la festividad de su patrona. , Nossa Senhora dos Anjos, que se celebra anualmente el dos de agosto.

El lugar, que en sí mismo ya es bendecido por la comunidad de frailes que habitan allí desde hace más de un siglo, ni siquiera necesitaba tener un atardecer tan hermoso y una vista tan magnífica de la ciudad. Anexos al Santuario se encuentran el Convento Franciscano, donde jóvenes de todo Brasil se preparan para la vida eclesiástica, y el Museo Religioso, un espacio con características ecuménicas que despierta los sentidos de los visitantes Cultura, ubicado en pleno centro de la ciudad y decorado por diversos ambientes que ilustran las costumbres de los pueblos que influyeron en la formación del municipio. ¡En Itambacuri, la cultura y la fe son presencias constantes y contribuyen a crear un ambiente tranquilo y agradable en este acogedor lugar!